viernes, 26 de septiembre de 2014

¿CÓMO LEER POEMAS? DIAGRAMAS PARA LA CONSTRUCCIÓN Y EL ANÁLISIS POÉTICO

La Realidad es la Poesía de la Poesía misma; la Poesía es la Realidad de la Realidad misma. Esto podrá observarse con el siguiente diagrama, basado en el texto «¿Cómo escribir un poema?»; 3 de Agosto de 2014:


Analizando detenidamente, están la Realidad y el poema al comienzo y al final del proceso de construcción poética, éste formándose por todos los bloques restantes. Con ello se pretende decir que la Realidad se transforma en poema, pero no deja de ser la misma Realidad, esto es, si el poema forma parte de la Realidad (porque el poema exista), el proceso poético sólo hace que la Realidad se represente a sí en otra faceta de ella misma.

El diagrama presentado no sólo sirve para escribir poemas, sino también para leerlos. Y podría pensarse que el lector comienza desde el bloque diciendo «Leer versos planteados», pero no es así. En realidad comienza desde el bloque diciendo «Realidad», porque, como ya se mencionó, el poema sigue siendo parte de la Realidad.

Sólo que, además, a todos los bloques se agregará la palabra «identificar», es decir, como se muestra en el siguiente diagrama:


La labor del lector es, entonces, la de identificar los aspectos más esenciales de un poema, intentando tener la perspectiva del poeta, como si el lector fuese quien ha escrito la obra. En ello radica la dificultad –no imposibilidad– al leer un poema: porque es difícil encontrar lectores que hagan un esfuerzo incluso sobrehumano para situarse en donde el poeta al momento de escribir. En bastantes ocasiones es difícil entender las ideas ajenas, de ordinario; con mayor razón será aún más difícil entender un poema: porque se requiere necesariamente pasar del bloque diciendo «Identificar las ideas que el poeta quiso dar a entender». Mientras no se realice un esfuerzo incluso sobrehumano para entender las ideas ajenas, menos aún será posible entender un poema.

O bien, podría comenzarse a entender a los demás en sus pensamientos por medio de la Poesía. Porque de la práctica nace el maestro, y es posible que leyendo poemas, entendiéndolos, de tantos, se convierta en facilidad lo que antes era dificultad, ya no sólo con la sencillez de la Poesía, sino para todo lo que sea de índole ajena: sentimientos, padeceres, anhelos, esperanzas, proyectos, intenciones..., todo. Y aunque es obligación del poeta deseando ser comprendido el hacer uso o desuso de las palabras adecuadas para hacer más comprensibles sus poemas, así como el uso o desuso de los recursos estéticos que vuelvan atractivos sus escritos, el poema deja de ser responsabilidad suya en el momento en que otro se dispone a leerlo y a entender o desentender lo que quiera al respecto.

Así, el poema es la Realidad en sí misma, vista desde otra perspectiva que la Realidad permite plantear, puesto que la Literatura es aprehender a la Realidad, mientras ésta nos permita aprehenderla a través de la Literatura.

26 de Septiembre de 2014


ANEXO: EJEMPLO PARA LA LECTURA DE UN POEMA

NI MÁRTIR NI VERDUGO
de Miguel de Unamuno

Busco en la guerra paz, paz en la guerra,
el sosiego en la acción y en el sosiego
la acción que labra el soterraño fuego
y que en sus entrañas bajo nieve encierra

nuestro pecho. Rodando por la tierra,
al azar claro del destino ciego,
vida en el juego, y en la vida juego
buscando voy. Pues nada más me aterra

que tener que ser águila o tortuga
condenado a volar o bajo el yugo
del broquel propio a que no cabe fuga,

y pues a Dios entre una y otra plugo
dar a escoger a quien sudor enjuga;
ni mártir quiero ser ni ser verdugo.

  1. Antes que nada, se recomienda leer de corrido, sin entender de momento mucho (o quizá mucho, eso depende del lector) del poema. Esto para entender la Realidad física y retórica del poema, es decir, cómo se escucha y qué tipo de palabras fueron empleadas

  2. Una vez leído, intentar identificar las ideas: guerra en la paz y paz en la guerra; vida en el juego y en la vida juego; tener que ser águila o tortuga (entendiendo que las águilas pueden cazar tortugas); ni mártir ni verdugo. El poeta está sometido a escoger, a elegir, y de ahí que Unamuno emplee tanto la contraposición de una situación y su contraria. Posiblemente él se vio involucrado en una situación donde tuviera que tomar partido por una u otra causa política, o algo semejante.

  3. Sobre la estructura, hay un orden muy definido, que en Poesía se conoce como soneto. Incluso sin haberlo leído, es fácil observar que se trata de un soneto. Por lo general, tienen la siguiente forma:

    Texto Texto Texto ... Rima
    Texto Texto Texto ... Otra rima
    Texto Texto Texto ... Otra rima
    Texto Texto Texto ... Rima
     
    Texto Texto Texto ... Rima
    Texto Texto Texto ... Otra rima
    Texto Texto Texto ... Otra rima
    Texto Texto Texto ... Rima
     
    Texto Texto Texto ... Alguna rima
    Texto Texto Texto ... Alguna otra rima
    Texto Texto Texto ... Alguna rima
     
    Texto Texto Texto ... Alguna otra rima
    Texto Texto Texto ... Alguna rima
    Texto Texto Texto ... Alguna otra rima

    Con 11 sílabas en cada verso, generalmente.

    Las rimas fueron señaladas en el poema de Unamuno con itálicas, subrayado o negritas. El soneto es considerado en Poesía como la estructura poética más atractiva a los lectores, tanto por la brevedad con que cuenta, como por la definición tan precisa del ritmo y de la rima.

  4. La mayoría de los versos planteados posee, como ya se mencionó, una contraposición de ideas contrarias con tal de representar la inevitable necesidad a la cual Unamuno debió estar sometido, y a la cual suelen estar sometidas las personas, de elegir. Esta última generalización hacia toda la humanidad no está hecha en vano porque Unamuno escribe algo a lo cual todos estamos esclavizados:

    [...]
    al azar claro del destino ciego,
    [...]

    La incertidumbre sobre el futuro es inevitable, y debemos escoger entre sabernos títeres del azar o creernos constructores de un destino imposible de vislumbrar.

    Incluso Unamuno ruega a Dios, o place a Dios (y pues a Dios [...] plugo), concediéndole a Dios el gusto de «dar escoger a quien sudor enjuga», haciendo referencia a él, como se suele hacer referencia a uno mismo en textos eclesiásticos. Por ejemplo, se puede decir al rezar «ruego por los que se encuentran en desgracia», y bajo una filosofía cristiana, uno incluso puede estar igual o en mayor desgracia, pero uno pide en favor de los demás a manera de sacrificio propio: antes a otros que a mí. Por eso Unamuno plantea «dar escoger a quien sudor enjuga», faltando el implícito «como yo que en ésas ando al enjugar el sudor porque estoy en la difícil situación de tomar partido por algo». Así, Unamuno era un hombre muy religioso pidiendo a Dios por otros en igual situación que él, así como pide por él mismo.

  5. Dado que es un soneto, y se trata de un escritor experimentado (Unamuno es uno de los más importantes escritores de la lengua española en el siglo XX), es claro que todos los aspectos del poema le fueron agradables al oído, esperando, además que sonaran agradables a Dios y a sus lectores.
     
    Por supuesto, a la manera de escribir de Unamuno puede que se tengan dificultades serias para entender sus versos: solamente el verbo «placer» conjugado a «plugo» es extraño hoy día en que se conjuga a «plazco», lo cual muestra, en parte, las características del vocabulario de la época, pero también las características de soneto que ponen en dificultades al poeta, porque ajustarse a la rima y al ritmo escogidos no suele ser sencillo.

  6. En resumen, considerando que no quiso dar a entender nada más que los aprietos en que él se hallaba al escoger entre uno y otro partido, rogando al amado Dios que le ayudase a elegir –por ahora quien escribe el presente análisis (yo) se señala ni creyente ni ateo, a la vez que carece de un Dios al cual rogar para escoger o una u otra, todo esto para que no se piense que antes que promover la Poesía se busca promover alguna religión–, queda por apreciar la belleza del soneto, de por sí atractivo por serlo, pero también atractivo por los juegos de palabras empleados.
     
    Personalmente, quien escribe el presente análisis piensa que el verso «vida en el juego y en la vida juego» es bastante sobresaliente, al igual que todos aquellos donde se tienen absurdos aparentes, como «azar claro del destino ciego», pero que en realidad son bastante lúcidos, y por ello este poema fue seleccionado para hacer de ejemplo tras las explicaciones sobre cómo leer poemas, y del resumido método para escribirlos.

Cabe mencionarse, finalmente, que estos métodos de construcción y análisis poético no se restringen a la Poesía: si en realidad el proceso de construcción se modifica levemente, sobre todo en los tres bloques posteriores a las «Ideas», es posible implementarlo a la prosa, a la Literatura en general, y en sí a cualquier «cosa» que proceda de la creatividad humana, sea científica o artística.
 
 

SOBRE LA POESÍA SUFICIENTE Y NECESARIA, Y SUS IMPLICACIONES EN LA OBSERVACIÓN DEL UNIVERSO

Ha sido planteado un método para la construcción de poemas [¿Cómo escribir un poema?, 3 de Agosto de 2014]. Además, ha sido demostrado que a partir de los 8 pasos sugeridos es posible construir cualquier poema, es decir, que el método expuesto es suficiente para expresar cualquier tipo de idea con cualquier tipo de poema. No tanto por el orden de los pasos, sino por los elementos que componen a los poemas, se admite dicha suficiencia. Brevemente serán señalados los pasos del método:

  1. Pensar en algo para escribir. Donde se establecen las ideas que expresará el poema.
  2. Elegir un ritmo (la métrica). Donde se establece la distribución de las sílabas en los versos (las frases del poema).
  3. Escribir el primer verso. Parafraseando a Paul Valéry, si el trabajo proporciona los trece últimos versos del soneto, el primero nace de la inspiración y sólo de ella.
  4. Escribir el segundo verso, respetando el ritmo establecido.
  5. Decidir de cuántos versos constará cada estrofa (cada párrafo poético).
  6. Decidir la estructura de la rima (la repetitividad de los últimos sonidos en cada verso). Terminar de escribir la primera estrofa.
  7. Verificar la sonoridad de la estrofa escrita leyéndola en voz alta y corrigiendo (reescribiendo los versos) lo que se escuche desagradable.
  8. Escribir las estrofas faltantes y verificar la sonoridad del poema completo, corrigiendo las partes que sea necesario cambiar.

En dicho método es posible encontrar los elementos presentes en cualquier poema. Dicho de otra forma, observando los requerimientos en cada paso es posible entender de qué recursos se vale la Poesía y, en sí, qué la fundamenta.

Han sido señalados en negritas e itálicas los conceptos elementales. Queda necesario tener «ideas», o una filosofía por expresar. Se requiere de un «ritmo», o de una distribución de las sílabas a través del tiempo. También se necesita escribir, es decir, la retórica, la forma de usar las palabras, es imprescindible. Otro elemento de la Poesía es la «rima», o bien, la forma en que el sonido se distribuye en el espacio escrito que ocupa el poema. Nótese, sobre todo en los poemas modernistas, que la rima es independiente del ritmo, aunque se complementan mutuamente, con mayor notoriedad en los poemas clásicos. Finalmente, la Poesía será escuchada por alguien más y debe ser comprensible, de tal forma que se requiere de efectos para la comunicación.

Todo esto constituye el esqueleto de los poemas. Para agruparlos esquemáticamente se ha tomado una estrella de 5 picos, que igualmente podría ser un pentágono de la Poesía:


Cada componente es controlado por medio de algún objeto. Por ejemplo, el tiempo se controla con el número de sílabas de cada verso, o el espacio se controla con el tipo de sílabas al final de los mismos. O bien, si no se controla el objeto en cuestión, es una forma de control ya no regida por el ser humano plenamente, sino regida por la naturaleza misma del texto redactado, de manera espontánea, ya no premeditada en todos sus aspectos.

Entonces, la Poesía depende de la presencia o ausencia de control de diferentes objetos que serán asociados a una estrella, o también pentágono, similar al anterior:


Así, por el hecho de cambiar en un poema alguna de las características de alguno los objetos señalados, sea voluntaria o involuntariamente –aunque el simple hecho de escribir un poema lleva una intención de antemano–, se obtiene un poema diferente. Existen formas ilimitadas de lograr dichos cambios y es ahí donde el poeta encuentra su trabajo y su inspiración.

Un caso notable es el poema «La Serenata», de José Manuel Marroquín:

Ahora que los ladros perran,
ahora que los cantos gallan,
ahora que albando la toca
las altas suenas campanan;
y que los rebuznos burran,
y que los gorjeos pájaran
y que los silbos serenan
y que los gruños marranan
y que la aurorada rosa
los extensos doros campa,
perlando líquidas viertas
cual yo lágrimo derramas
y friando de tirito
si bien el abrasa almada,
vengo a suspirar mis lanzos
ventano de tus debajas.

[fragmento de «La Serenata»]

Cuando se pensaría que ya no existen maneras de hacer cambios en las palabras, tan inamovibles en el diccionario, lo mismo que las reglas gramaticales que dignifican su uso, según las Academias de Lenguas o instituciones afines, José Manuel Marroquín muestra que sin romper con todo ello es posible ejercer un control sorprendente desde la retórica; con mucha más razón es posible explotar la creatividad –que es el acto de pensar de manera diferente a la establecida, de generar cambios– desde la filosofía, o el espacio, o el tiempo, o las formas en que el poema será leído. De estas últimas ya suelen efectuarse recitaciones corales o lecturas individuales de un mismo poema, el cual termina por ser dos tipos de poemas diferentes porque sus efectos de comunicación asimismo lo son.

Entonces la Poesía tiene un poder expresivo ilimitado, apenas sujeto a nuestra voluntad o nuestra desidia para algunas cosas. Porque involuntariamente guardamos silencio cuando estamos callados en la cotidianidad y, sin embargo, estamos ejerciendo un control de las palabras que no están siendo dichas: todos hablamos o callamos poemas queriéndolo o sin quererlo. Incluso una pintura, que también carece de palabras, que también carece de una forma de distribuir la rima, que carece de ritmo, y se lee siempre en silencio porque sólo se ve, y pudiendo representar que no se deseaba representar nada en particular, es una forma involuntaria que termina por construir un poema extraño a partir de cada omisión.

¿Por qué la Poesía puede ser todo? ¿Por qué la realidad tal cual la concebimos es sólo un matiz poético? Porque la Poesía es suficiente para expresarlo todo, cualquier tipo de idea en cualesquiera que sean las formas posibles. Si de momento alguien quiere representar una emoción, una imagen, o cualquier otra cosa, por medio de palabras, rima y ritmo ordinarios, tal que se forme un soneto, entonces será sólo una interpretación de la realidad desde un ángulo, y será una visión válida. Pero a nadie se le niega la realidad y cualquier poema es concebible, de la misma forma que uno lo ve todo al tener los ojos abiertos, sin poder seleccionar las imágenes que deseamos ver: miramos lo bello mientras lo también miramos lo feo rodeando a lo bello, tan sólo para lograr apreciar las diferencias entre beldades y fealdades, y saber así entender cuáles son unas y cuáles son otras.

Un retrato de alguien querido puede transformarse en poemas. Un suceso también. Sin embargo, el retrato y el suceso en sí mismos son poemas, sólo que vistos desde corrientes poéticas divergentes de las corrientes clásicas. Incluso la misma Poesía puede verse como objetos reales, y no con la palabra «Poesía»: suele ser representada universalmente como la flor –de menos la flor– y el canto. Entonces se enunciará el siguiente principio literario, a manera de teorema deducido con argumentos lógicos constructivistas (los 8 pasos de «¿Cómo escribir un poema?») e intuicionistas:


La realidad se conforma de manera
necesaria y suficiente a través de la Poesía.


Sin afán de sonar levemente ingenioso, este principio es derivado de la mera observación científica del fenómeno lírico. Así, en realidad cualquier forma de expresión o inexpresión es una forma poética. Casos anteriores, de personas quizá intuyendo esta conclusión, existen. Basta la contemplación de las fórmulas matemáticas cuya escritura adquiere cualidades bellas de manera misteriosa. El principio enunciado es en realidad una explicación directa de ello: cada símbolo matemático abrevia alguna palabra o algún concepto que, de cualquier forma, puede expresarse con palabras. Entonces, cada expresión matemática es un reducto lógico de palabras abreviadas. Y dado que la Poesía se vale de palabras, cada expresión matemática es un poema sin rima, sin ritmo, quizá, pero con efectos de comunicación tan eficaces que permiten incluso demostrar una distribución estética de los símbolos empleados, a la vez que interpretan fielmente a la realidad.

Las fórmulas matemáticas pueden reescribirse como poemas clásicos sin que éstas pierdan su rigor lógico y, lo que es más, adquiriendo otros formatos sensitivos. A partir del principio observado, tampoco es de extrañarse que el desprecio dado a la Matemática también sea dado a la Poesía, quizá con mayor ahínco respecto a la anterior. Citando a Harry Martinson, tanto la Poesía como la Matemática «hablan un idioma que se adivina» [Poema. 1931, de Harry Martinson] y son difíciles de entender. Por tal dificultad ambas son repudiadas: la primera es temida por ser imprescindible en los estudios escolares; la segunda es simplemente ignorada por casi todas las personas en el mundo.

Dicha complejidad impuesta a la Poesía (y a la Matemática, aunque al final ambas son matices de lo mismo) ocurre como con la persona que no gusta del baile porque no sabe bailar, o de la persona que no gusta de algún platillo porque ni siquiera lo ha probado alguna vez en su vida. Esto es, la Poesía es rechazada porque casi nadie (si no es que nadie) enseña a leer la Poesía, mucho menos alguien la aprende a leer. Lo mismo vale para el Arte, en general, y menos para la Matemática. El caso es, para leer la Poesía sólo se necesita, retomando a Harry Martinson, adivinar. Con más precisión, se requiere suponer qué es lo que el poeta quiso decir, además de poner a prueba dicha suposición para saber si es correcta o no.

Con las adivinanzas ordinarias, la mayoría escritas con rima y ritmo explícitos, se pretende averiguar a qué se refiere la parrafada enunciada. De la misma forma se lee la Poesía, a riesgo de caer en las mismas frustraciones que ocurren con las adivinanzas ordinarias por no lograr entender el significado del texto. Y, lo que es más, con la Poesía llega a ser más frustrante porque no existe, como suele haber en los libros de acertijos, un solucionario explícito tras leerse el poema. Lo más fácil es abandonar la Poesía, hacer de cuenta que no existe, pero se ha demostrado que está en todas partes y que la construimos todo el tiempo: no podemos escapar de ella.

Es más fácil, no obstante, a diferencia de las adivinanzas ordinarias, que los poemas puedan ser entendidos: es suficiente colocarse en el sitio del poeta, preguntarse seriamente qué quiso decir y porqué, para saber el significado de los versos, si los hay, o de la pintura, o de la escultura, o de las fórmulas matemáticas, o de cualquier matiz poético. No existen, a diferencia de lo que suele creerse, muchos significados: sólo existe un significado. Así como sólo se tiene un cúmulo de ideas en un poema, así como sólo un poeta escribe el poema (aunque puede haber poemas escritos por dos personas), y así como las palabras no suelen tener múltiples significados (aunque sí múltiples acepciones), es que el poema no tiene muchas perspectivas, sino sólo una. Si bien, cada quien puede entender (interpretar) lo que quiera, no todas las formas de leer un poema son correctas: sólo hay una forma correcta y es la que el autor decidió exhibir. Esto puede observarse en los pasos de «¿Cómo escribir un poema?»: se deciden versos, rima, ritmo, una sola forma de cada objeto de la Poesía, y no se tiene la indecisión de intentar varias cosas a la vez, a menos que sea la indecisión una decisión de todas formas.

La Poesía se lee, consiguientemente, como se escuchan las frases más comunes y cercanas a la cotidianidad. Al preguntarse «¿Qué hora es?» no se entiende «¿Cuántos patos hay?», sino que se entiende «¿Qué hora es?» y uno responde lo que el reloj señale. En el mismo sentido, si el poema dice «Tengo en mí como una bruma» [Tenho em mim, de Fernando Pessoa], no es factible asumir que el autor se sienta feliz, ni que el encanto rítmico y de la rima sean muestra de dulzura. Si Pessoa enunció que “tenía en él como una bruma”, hay que intentar imaginar cómo se sentiría una bruma dentro de uno, y así distinguir que lo nebuloso de esa bruma sólo sirve para ocultar algo que se desea ver: Pessoa se sentía confundido, tal y como se siente el conductor de un automóvil que atraviesa la niebla en la carretera.

De la misma forma puede leerse toda la Poesía, intentando hallar el verdadero sentido de las palabras del autor. Y si no hay palabras, el verdadero sentido de las imágenes. Y si no hay imágenes, el verdadero sentido de cualquier actitud que tome cualquier persona: todas las actitudes tienen un motivo, incluso el no querer tener motivo alguno es razón suficiente para llevar a cabo alguna acción. En toda la Naturaleza, en todo el Universo hay Poesía que sólo hace falta saber encontrar.

15 de Agosto de 2014

[Esta entrada participa en la XI Edición del Carnaval de Humanidades alojado por @ScientiaJMLN en el blog SCIENTIA]
 
 

¿CÓMO ESCRIBIR UN POEMA?

«No hay normas. Todos los hombres son
excepciones a una regla que no existe.»
Fernando Pessoa.


En breve y sin demora, se presenta una lista que pretende exponer ciertos pasos recomendables para escribir un poema:


1. Piense en algo. Una alegría, una tristeza, un dolor, una angustia, una imagen, un evento pasado, o una gracia. Cualquier idea lo suficientemente importante para usted será el cimiento de todo el trabajo posterior.

Por ejemplo, será útil la idea «¿Cómo escribir un poema?» para elaborar la muestra inicial.

El resto será sólo escritura. Y se escribe para no perder la idea, para conservar cierta memoria de ella, aunque las mismas reglas pueden aplicarse a la poesía oral, improvisada; son igualmente válidas.


2. Elija un ritmo (la métrica). Eso depende del número de sílabas en cada verso. Se recomienda que para ideas pequeñas –el carácter “pequeño” o “grande” sólo puede determinarlo quien escribe el poema– se escojan pocas sílabas, 7 ú 8, quizá menos, y para ideas grandes se escojan más sílabas, 11, 12 e incluso 14.

Para la muestra se aprovechará la pregunta «¿Cómo escribir un poema?» que tiene 8 sílabas:

¿Có-moes-cri-bir-un-po-e-ma?

Nótese que se cuentan las sílabas tal y como serán recitadas, independientemente de las reglas de división convencionales.


3. Escriba la primera frase. Ésta puede contener toda la idea en sí misma para ser explicada posteriormente con el resto del poema, o bien, la primera frase puede ser una de tantas. Eso depende de quien escribe el poema.

Para la muestra ya se ha escrito la primera frase: ¿Cómo escribir un poema?


4. Escriba la segunda frase, respetando el ritmo que ha elegido. Cada frase lleva orden. Esto es, cada frase es consecuencia de la anterior, para que el poema sea una expresión global coherente, cuyo sentido sea apreciable al leerse por completo. Asimismo, se respeta el ritmo para conservar la línea estética trazada al comienzo, en el paso 2.

Entonces, al escribir la segunda frase se requiere del suficiente ingenio para avanzar con las ideas a la vez que se intenta musicalizar cada una de ellas con el ritmo. En ocasiones la segunda frase es magnífica en lo que pretende decir, pero el número de sílabas no es el idóneo. En ocasiones ocurre lo opuesto. En todo caso se debe de hacer un esfuerzo de la mente para recordar todas las palabras que podrían ajustar al número de sílabas deseado, sin que se pierda coherencia. Con frecuencia se acude al diccionario ya sea para encontrar alguna palabra que sea útil, o para corroborar que el significado de las palabras empleadas es realmente el adecuado.

Para la muestra, la segunda frase será «¿Cómo explicar tal misterio?» Obsérvese que respeta el ritmo y, sobre todo, tiene coherencia con la idea anterior.


5. Decida cuántas frases (versos) conformarán cada párrafo (estrofa). En adelante, a las frases se les llamará versos y a los párrafos, estrofas. Es importante establecer el tamaño de cada estrofa en virtud del tamaño de la idea, así como en el paso 2. De la misma forma, eso es decisión de quien escribe el poema.

Para la muestra, serán 5 versos por estrofa.


6. Decida la estructura de las rimas. Cada verso termina con cierto tipo de sílabas. De la muestra, el primer verso termina con las sílabas «-e-ma». El segundo verso termina con las sílabas «-e-rio». Para escribir el tercer verso se tendrá que decidir si éste terminará con las sílabas del primer verso o las del segundo, o bien, si éste no terminará con ninguno de los tipos de sílabas anteriores. Eso depende de quien escribe el poema.

Para la muestra, el tercer verso no terminará con ninguno de los tipos de sílabas anteriores: «Siendo beldad tan enorme,», donde se termina con las sílabas «-nor-me». Cada verso ha de respetar el ritmo señalado en el paso 2.

Posteriormente, el cuarto verso se propone siguiendo la terminación del segundo verso, es decir, se debe terminar con las sílabas «-e-rio» de preferencia, o bien, con algo semejante como «-er-to», o «-gre-so», o «-ten-so», etc. En este caso, el cuarto verso queda como sigue: «siendo valor tan inmenso,»

Finalmente, el quinto verso se propone siguiendo la terminación del primer verso, es decir, «-e-ma» o semejantes: «¿puede que nadie lo entienda?» Con ello, el primer verso rima con el último, el segundo con el cuarto, y el tercero con ninguno.


7. Verifique la sonoridad de la estrofa escrita. Es necesario leer en voz alta la estrofa completa para notar algún desperfecto al oído:

¿Cómo escribir un poema?
¿Cómo explicar tal misterio?
Siendo beldad tan enorme,
siendo valor tan inmenso,
¿puede que nadie lo entienda?

En este caso, al ser leído en voz alta, no con excesiva rapidez ni extraordinaria lentitud, con firmeza en cada palabra solamente y haciendo breves pausas entre verso y verso, no se observa alguna imperfección que suene extraña. Por decir, si el cuarto verso fuese «como un gran valor inmenso», a pesar de haber seguido el ritmo y la rima determinados, suena mal respecto a toda la estrofa, e incluso resulta difícil leerlo. Consiguientemente se cambiaría alguna parte del verso, o bien, todo el verso en sí.


8. Escriba una nueva estrofa. Si la idea que se intenta representar aún no está terminada tras haber escrito la primera estrofa, es necesario continuar con la segunda, siguiendo los pasos anteriores, exceptuando el paso 2, porque el ritmo no varía a lo largo del poema.

Es así que el poema completo se propone como sigue:

¿Cómo escribir un poema?
¿Cómo explicar tal misterio?
Siendo beldad tan enorme,
siendo valor tan inmenso,
¿puede que nadie lo entienda?

Pienso que no hay imposibles
y, por lo tanto, prefiero
ser quien exponga una lista
de una propuesta que infiero
con cada paso accesible.

Es importante leer el poema completo en voz alta, por los mismos motivos que se lee cada estrofa una vez terminada.


La lista de pasos ha sido diseñada con tal de obtener un poema “estándar”, es decir, tal y como se conciben los poemas en estricto sentido. Sin embargo, un poema no se define por tales o cuales pasos. En definitiva, cada paso referido puede modificarse hasta extremos jamás pensados en la antigüedad, y posiblemente existan otras formas de llevar a la poesía a límites insospechados.

Por ejemplo, una corriente literaria significativa en la poesía fue el Modernismo. En ella se pretendió prescindir de todas las reglas existentes en la poesía y se obtuvieron resultados de valor incalculable al día de hoy. Así, José Asunción Silva con su «Nocturno» habría de ignorar por completo el paso 2, haciendo que sus versos únicamente tuviesen rima.

No obstante, en los Siglos de Oro de la literatura española se estableció al soneto como estructura poética ideal. Un ejemplo notable es el siguiente:

¿En-per-se-guir-me,-Mun-do,-quéin-te-re-sas?
¿En qué te ofendo cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento,
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento,
que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida

teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida,
que consumir la vida en vanidades.

Los sonetos se componen por:

Versos, todos, de 11 sílabas (endecasílabos).
–2 estrofas iniciales de 4 versos cada una, donde el primer verso rima con el último y el segundo rima con el tercero.
–2 estrofas finales de 3 versos cada una, donde la rima puede ser intercalada (primer y tercer versos de la tercera estrofa riman con el primer y tercer versos de la última; el segundo verso de la tercera estrofa con el segundo de la última), o consecutiva (primero y segundo de la tercera estrofa con el primero y segundo de la última estrofa; tercer verso de la tercera estrofa con el tercer verso de la última estrofa).

El poema «¿En perseguirme, Mundo, qué interesas?» de Sor Juana Inés de la Cruz, tiene una rima intercalada por completo (primer y tercer versos de la tercera estrofa con el segundo de la última; segundo de la tercera estrofa con el primer y tercer versos de la última).

Esta aparente imposición de estructura es en realidad una forma de facilitar el trabajo del poeta (quien escribe el poema): los pasos 2, 5 y 6 quedan definidos, es decir, al poeta sólo le queda decidir, sin preocupaciones adicionales, lo más importante: las ideas (paso 1, principalmente, y otros donde se escriban versos).

Sin embargo, los poetas modernistas vieron en el soneto una imposición tal que se aventuraron a decidir nuevamente, a elegir lo que se puede elegir en la poesía, todo, no solamente las ideas. Algunos como Rubén Darío escribieron sonetos de 14 sílabas por verso:


Caupolicán
a Enrique Hernández Miyares

Es-al-go-for-mi-da-ble-que-vio-la-vie-ja-ra-za:
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un toro, o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.

“¡El Toqui, el Toqui!”, clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: “Basta”,
e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.


Asimismo Rubén Darío intercaló la rima en la primera y segunda estrofas, algo impensable en los Siglos de Oro.

En realidad cada paso puede seguirse, como siempre se especificó, según el deseo del poeta. Las decisiones que se tomen son libertad plena de quien escribe: en ocasiones se podría preferir el soneto estricto para desarrollar una idea, otras veces algo semejante a los modernistas, otras veces algo totalmente diferente. Incluso hay poetas que prescinden de los pasos referentes a la musicalidad del poema, es decir, los pasos 2, 4, 5, 6 y 7, y ni siquiera se preocupan un poco de la sensibilidad auditiva. Existen otros que van matizando su obra, a veces considerando un paso, a veces otro, como sea que lo deseen. Algunos, violando los pasos expuestos, hacen poesía en prosa, como intentando admitir la transición entre cada forma de redacción.

En todo caso, el paso 1 es imprescindible. Aun cuando se está traduciendo la poesía, el traductor debe de considerar el paso 1, si bien no decide lo que se va a decir, se debe de prestar atención en aquello que el poeta originalmente concibió en su texto. Tal es el caso que podría ocurrir con Fernando Pessoa:

Original:

Tudo que faço ou medito
Fica sempre na metade.
Querendo, quero o infinito.
Fazendo, nada é verdade.

Que nojo de mim me fica
Ao olhar para o que faço!
Minha alma é lúcida e rica,
E eu sou um mar de sargaço.

Un mar onde bóiam lentos
Fragmentos de um mar de além...
Vontades ou pensamentos?
Não o sei e sei-o bem.

Traducción:

Todo lo que hago o medito
queda siempre a la mitad.
Queriendo, quiero el infinito.
Haciendo, nada es verdad.

¡Qué náusea de mí me queda
al mirar en sí lo que hago!
Mi alma es lúcida y rica
y yo soy un mar de sargazo.

Un mar donde boyan lentos
fragmentos de un mar de lejos.
¿Voluntades o pensamientos?
No lo sé y sé bien eso.

Se ha marcado con itálicas en negritas las palabras que no se encontraban en el original, pero que resultan necesarias para 1) conservar la musicalidad del original y 2) lo que es más importante, conservar las ideas del original.

Es imposible que la poesía no sea susceptible de normas: tan sólo la primera es suficiente para confirmarlo. Ni siquiera en Altazor, de Vicente Huidobro, para el canto VII, compuesto de sílabas sin sentido aparente, azarosas de momento, se prescinde de idea alguna: es claro que el poeta siempre tiene un motivo para hacer lo que hace y ésa es la regla más importante en toda la poesía.

3 de Agosto de 2014
 
[Esta entrada participa en la XI Edición del Carnaval de Humanidades alojado por @ScientiaJMLN en el blog SCIENTIA]